Cada vez son más los expertos que recomiendan invertir en el sector de Infraestructuras. Esta inversión, como cualquier otra, tiene ventajas, pero también riesgos. Por un lado, la inversión en este tipo de activos ayuda a diversificar las carteras y tiene un alto potencial de crecimiento. Por contra, esta clase de inversión obliga a tener especialmente en cuenta el riesgo regulatorio asociado.
Ventajas de la inversión en infraestructuras
Si bien España se encuentra actualmente en una situación de bloqueo político que impide llevar a cabo reformas de profundo calado económico, la mayoría de las formaciones apuestan por un Pacto de Estado que permita recuperar e incrementar la inversión en infraestructuras perdida durante los últimos años.
Actualmente, este sector cuenta con unas prometedoras expectativas de crecimiento, lo que ha provocado un incremento en el número de fondos de inversión especializados en este tipo de activos. Dichos fondos prevén que en el periodo 2019-2030 la inversión en infraestructuras se duplique en el mundo.
El alto potencial de crecimiento se debe, principalmente, a la necesaria renovación de las instalaciones actuales y a la demanda de inversión para la transición energética de las economías desarrolladas. Asimismo, los países en vías de desarrollo precisan dar servicios a una clase media día a día en aumento.
Aunque se trata de un activo pensado inicialmente para inversores institucionales y grandes patrimonios, los pequeños inversores también pueden acceder a él. Las infraestructuras ofrecen unas rentabilidades moderadas-altas (en función del activo) y con un nivel de riesgo moderado-bajo, por lo que son uno de los activos preferidos por los inversores para diversificar sus carteras y actuar como valor refugio.
La situación económica actual es otro argumento en favor de este activo. Si la economía sigue desacelerándose, los Estados europeos deberán considerar el impulso de la inversión en infraestructuras y en energías renovables para permitir la entrada de inversión extranjera.
Riesgos de la inversión en infraestructuras
La inversión en infraestructuras, como cualquier otro tipo de inversión, también tiene sus riesgos.
Por un lado, es un activo que depende de determinadas políticas nacionales, que varían en función del signo del gobierno y la situación económica del país, entre otros. Por ejemplo, el objetivo imperante de reducción del déficit público tras los años de la crisis provocó una drástica disminución de la inversión pública en infraestructuras, llegando incluso a niveles equiparables a los de la entrada de España en la Unión Europea.
Sin embargo, el riesgo más relevante es, sin duda, el regulatorio. Las empresas del sector de las infraestructuras ofrecen servicios públicos y, por tanto, dependen de los cambios legislativos propuestos por los distintos Gobiernos. Pensemos, por ejemplo, en la reciente decisión del Gobierno en funciones de recuperar la gestión de las autopistas quebradas y de eliminar de manera progresiva los peajes. Tales medidas ponen en riesgo la adecuada conservación de las vías y hacen necesaria la entrada de nueva inversión que garantice la seguridad de estas.
En conclusión, los inversores deben contar con un asesoramiento legal especializado que les permita conocer de antemano los posibles riesgos de su inversión. Asimismo, es necesario que el Estado ofrezca un marco regulatorio estable, que aporte a los inversores seguridad jurídica a la hora de invertir en este sector, tan necesario para el desarrollo económico de un país.
Magdalena de Cal. Asociada en el Área de Infraestructuras, Construcción y Contract Managemenet.
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