La banca en la sombra (Shadow banking) o banca alternativa está viviendo un crecimento como fórmula para encontrar financiación

A raíz de la crisis económica de 2008-2014 los bancos han reducido notablemente el crédito a las empresas, lo que las ha obligado a buscar otros canales para financiarse. Así es como se ha producido el crecimiento de lo que se ha denominado «banca en la sombra» (Shadow Banking), también llamada «banca alternativa».

Los requisitos de capital y de liquidez en torno a la banca tradicional han hecho que surja una nueva ingeniería financiera al margen del sistema tratando de eludir una legislación y supervisión cada vez más estrictas.

Este nuevo concepto de banking incluye entidades como las socimis en el mercado inmobiliario, los business angels, el crowdfunding o los fondos de capital riesgo, y los hedge funds, encontrándonos ante un verdadero proceso de transformación bancario.

 La ventaja más visible de este tipo de actividad es que suponen una fuente adicional de financiación, el hecho de que sobre la banca tradicional se hayan establecido requisitos muy fuertes a la concesión de los créditos ha proporcionado una oportunidad de negocio para estas entidades.

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Los requisitos de capital y de liquidez en torno a la banca tradicional han hecho que surja una nueva ingeniería financiera
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Por otra parte, ofrecen a los inversores alternativas a los depósitos bancarios puesto que la rentabilidad que suelen ofrecer es superior a la de estos últimos, más aun cuando en el año 2011 el Banco de España frenó la guerra de intereses remuneratorios de la que participaban entidades que fueron rescatadas con fondos públicos.

En otro orden de cosas, presentan la ventaja de la especialización respecto a la banca tradicional, una cuestión muy interesante para los inversores que acuden a estas instituciones, resultando que cada una suele estar especializada en un sector concreto de financiación, cuyos riesgos conoce.

En contra, hay que señalar que la menor regulación y supervisión de estas actividades y entidades respecto al resto del sector financiero tradicional puede dar lugar a la evasión de las normas y al arbitraje reglamentario.

Lo que para unos es un exceso de regulación que roza el encorsetamiento, para otros es una absoluta falta de la misma que puede deslizarse hacia una nueva crisis financiera quien sabe si de mayores magnitudes que la más reciente.

Lo cierto es que todas las crisis financieras han estado precedidas de un periodo de fuerte expansión crediticia. ¿Puede hacer algo el legislador para impedir que se produzcan? Tradicionalmente los bancos centrales ejercían la suficiente autoridad sobre sus sistemas bancarios como para evitar que se realizaran inversiones poco sensatas. Un mundo así, si es que alguna vez existió, ha quedado atrás para siempre, la libre circulación de capitales ha supuesto que las políticas monetarias nacionales hayan perdido su autonomía.

Así las cosas, parece imprescindible la coordinación a nivel internacional, para lo cual, tal vez sea más urgente una unión del sistema bancario que una unión fiscal para garantizar la supervivencia de la propia euro-zona.

Asimismo, el Banco Central Europeo y la Reserva Federal de Estados Unidos deben tomar conciencia real de cómo afectan sus políticas al contexto global.

Es cierto que la coordinación internacional se enfrenta a enormes obstáculos pero hasta que se logren avances en estas áreas, las economías mundiales seguirán estando expuestas a entradas y salidas repentinas de grandes flujos de capital.