1.- La curva ascendente de la energía renovable
La contribución de las fuentes de energía renovable al ‘mix’ de generación en España ha crecido de forma significativa, y se ha producido un incremento muy relevante de la capacidad solar instalada.
El Avance de datos provisionales en el Informe del Sistema Eléctrico Español 2019, publicado por Red Eléctrica, reafirma el avance de la energía ‘verde’:
- La potencia instalada renovable creció un 13,4% en 2019 respecto de 2018, lo que impulsó un incremento del 5,9% en la potencia instalada total.
- De las renovables, la que más creció fue la solar fotovoltaica (+88,3%).
- Las fuentes renovables suponen ya un 50% de la capacidad de generación instalada. Su contribución a la generación de energía en 2019 fue del 39%.
- La eólica es la primera fuente de energía renovable, seguida de la hidráulica y la solar fotovoltaica.
Esta tendencia creciente se mantuvo durante el inicio de 2020 (aunque estamos pendientes de conocer los indicadores) y las operaciones en marcha en el sector hacían prever que continuaría así el resto del año
2.- El parón por la crisis del COVID-19
La crisis sanitaria del COVID-19 ha frenado en seco los proyectos en desarrollo, cualquiera que fuera su estado de avance.
La salud de las personas, pero también la implementación de políticas de contingencia, las restricciones a la movilidad y la incertidumbre, entre otras, han paralizado la actividad empresarial.
Superado el parón inicial, es previsible que se reevalúen muchos proyectos. La reanudación de la actividad será escalonada y progresiva. En un primer momento tendrá que centrarse en aquellos proyectos con mayor viabilidad. Los recursos de empresas, financiadores y fondos seguirán concentrados en atender actividades esenciales, y la incertidumbre sobre la evolución puede constreñir la inversión.
Además, habrá que estar a la articulación definitiva de las medidas encaminadas a inyectar liquidez y fomentar la actividad aprobadas por el Gobierno, el Banco Central Europeo y otras instituciones, así como al recorrido y eficacia que finalmente tienen. En todo caso, podemos anticipar que en 2020 veremos una evolución de la capacidad instalada significativamente menor a la de 2019. Al fin y al cabo, habrá menos meses “hábiles”, aunque aún está por ver cuándo estaremos de vuelta a pleno rendimiento.
Las consecuencias a medio y largo plazo del COVID-19
La vuelta a la normalidad cuando se levante el estado de alarma no será sinónimo de plena recuperación, desafortunadamente. Es pronto para anticipar todavía el alcance real y las consecuencias de esta paralización. Habrá que reajustar semana a semana el análisis y las previsiones.
Aún así, basándonos en experiencias anteriores, es posible anticipar que podremos ver:
- Una reestructuración de los recursos financieros para la ejecución de estos proyectos. Los proyectos probablemente se estructuren financieramente de forma diferente; los actores (bancos, fondos, …) que los financien cambiarán; se verá afectada la rentabilidad media; etc.
Y, puede que, como pasó en 2012, veamos un ajuste en el marco regulatorio de la retribución de la energía eléctrica. Cuando pase este primer bache, habrá que intentar anticipar posibles cambios y explorar otras alternativas, como los PPAs.
Rocío Varela García
Directora de equipo en el área de infraestructuras, construcción y contract management
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