El cambio climático es una realidad y, por ello, debemos actuar más rápido, a una escala mayor y de manera más disruptiva, particularmente en el desarrollo y la financiación de proyectos de infraestructuras de transporte sostenibles.

En este sentido, la Comisión Europea presentó el pasado diciembre el Pacto Verde Europeo, una hoja de ruta con la que Europa pretende convertirse en el primer continente climáticamente neutro en 2050. Uno de los objetivos principales para conseguirlo consiste en la transformación de las infraestructuras de transporte, un sector en el que se pretende reducir el 90% de sus emisiones para el 2050.

La estrategia para conseguir esta reducción de las emisiones se basará en un nuevo sistema de tarificación que permita que el precio del transporte refleje el impacto que éste tiene en el medioambiente. En concreto, la Comisión propondrá ampliar el régimen de comercio de derechos de emisión europeo al sector marítimo y al de transporte por carretera. Este régimen limita las emisiones de más de 11.000 instalaciones de gran consumo de energía (centrales eléctricas y plantas industriales) y de las compañías aéreas que operan entre esos países.

Asimismo, la Comisión ha anunciado el final de las subvenciones a los combustibles fósiles y que estudiará detenidamente las actuales exenciones fiscales, incluidas las aplicables a los combustibles para la aviación y el transporte marítimo. Respecto al transporte por carretera, la Comisión considera necesario examinar la manera de lograr una tarificación efectiva.

La apuesta por el ferrocarril

Para abordar estos objetivos, la Comisión ha anunciado la elaboración en 2020 de un plan que fomente la movilidad sostenible e inteligente. En este sentido, la Comisión apuesta por el transporte multimodal y, particularmente, por el ferrocarril como medio de transporte más eficiente y sostenible. Bruselas considera una cuestión prioritaria que una parte sustancial del 75% del transporte interior de mercancías por carretera se transfiera al ferrocarril y a las vías navegables interiores.

Recordemos que, dentro del sistema global de transporte terrestre de la UE (incluido el transporte fluvial), el tráfico de mercancías es responsable del 30% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Actualmente, el reparto modal del tráfico terrestre de mercancías es 75% por carretera, 18% por ferrocarril y 7% por barcaza. El ferrocarril no se ha movido de este porcentaje en los últimos 15 años, por lo que resulta de vital importancia fomentar su utilización, principalmente en el ámbito del transporte de mercancías por lo que a impacto climático se refiere.

Asimismo, tal y como pusieron de manifiesto representantes del sector ferroviario europeo en la Cumbre del Clima, es necesario fomentar la investigación en nuevos materiales que aligeren aún más los trenes, así como la aplicación de nuevas fuentes de energía como el hidrógeno o la optimización de la cadena de tracción.

Garantizar un futuro sostenible es una prioridad indiscutible, y el cumplimiento de los objetivos climáticos va a condicionar cada vez más la acción y estrategia de los distintos Gobiernos, aunque algunos de ellos sean todavía reticentes. Ello representa un reto para nuestras infraestructuras, que deberán adaptarse a los nuevos objetivos de desarrollo sostenible. No obstante, también representa una oportunidad para nuestras empresas, que deberán jugar un papel protagonista; y para el desarrollo económico y social del país, dado el fuerte impacto que la inversión en infraestructuras tiene en la competitividad y actividad económica.

Magdalena de Cal Arriaga. Asociado en el área de Infraestructuras, Construcción y Contract Management

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